miércoles, 8 de mayo de 2019

Iker, de Balón de Oro a Corazón de Oro


Son muchas las preguntas que los últimos días me hacen conocidos, me llegan al correo y teléfono o incluso desde los medios. “Iker Casillas ha sufrido un infarto; ¿cómo es posible?; ¿volverá a jugar?; ¿no había pasado reconocimientos?” Más aún son las respuestas, los muchos y variados  razonamientos, conjeturas, suposiciones y asunciones con los que tratamos de justificar un hecho fortuito, agudo, accidental y, en cierta medida, imprevisible. Porque si bien es cierto que las posibilidades de que una persona joven, no fumadora, deportista habitual y sin aparentes conductas de riesgo sufra un episodio así, son bajas, no son nulas.

Los deportistas padecen esguinces, contusiones, les cosen brechas, les salen moratones, se operan de meniscos, ligamentos y clavículas. A veces tienen roturas de fibras o se les sube el gemelo, incluso precisan que un fisioterapeuta les atienda un tirón en pleno campo. ¿Y no puede lesionarse el corazón? ¡Es un (otro) músculo! Expuesto a la misma (o más) sobrecarga que esos elementos que hemos citado del aparato locomotor. Puede uno estar sano y "lesionarlo"; no hay culpables; son accidentes y ni siquiera podemos atribuirlos al deporte.

Su músculo cardiaco (miocardio) ha sufrido una falta de riego, y parece que (por lo que se apunta desde en ruedas y notas de prensa) la causa de esa falta de riego era que "la tubería" que lleva la sangre al músculo (arteria coronaria) tenía algún problema. Por eso se le sometió a un cateterismo (que introduce un catéter en la arteria) que trató esa lesión coronaria y permitió recuperar el flujo. Poco más sabemos de “su enfermedad” (ojo, porque hay muchos tipos de “rotura”, “esguince”, “fisura”, “disección”, “oclusión” posibles para generar una lesión al corazón)

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Imagen del corazón; en su superficie se ven las arterias coronarias (rojo)

Pero más allá de especulaciones que no nos llevarán a ninguna certeza, y desde el profundo respeto que Iker, y cualquier individuo que padece una enfermedad, merece, lo que ha llamado mi atención ha sido su actitud. Una vez más, este grandísimo deportista y portero español, nos ha dado una lección de deportividad. Porque la esencia del deporte se demuestra dentro y fuera del campo; está enraizada profundamente en su actitud ante la vida y, en este caso, incluso, ante la “amenaza” a su vida. 

En primer lugar, cuando comenzó a sentirse mal, SUPO PARAR. Este hecho es clave en cualquier proceso cardiológico. Hay aficionados a carreras, “trails”, natación u otros deportes que se empeñan en demostrar lo que ellos llaman "capacidad de sufrimiento". Se encuentran mal, pero no detienen la actividad; como si eso les hiciera mejores, más fuertes, más guapos o más altos. Nada más lejos de la realidad. Eso sólo demora el tiempo de atención (cuanto más tiempo sin riego al miocardio, peor pronóstico) y expone a complicaciones (arritmias, colapso, síncope y hasta muerte súbita). Nuestro Príncipe de Asturias de los Deportes 2012 obedece a su cuerpo y PARA cuando se lo pide.  “HAY QUE SABER PERDER, GANAR…Y PARAR”

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En segundo lugar, destacar su prudencia, templanza y obediencia a los profesionales. Expresa la prioridad actual de RECUPERARSE; nada más importante que la salud. Ni la liga, ni finalizar un maratón ni cumplir una marca. Ahora tiene "una herida" (infarto) que tiene que cicatrizar. Ha sabido prepararse a fondo para conseguir sus objetivos. No los ha conseguido de la noche a la mañana, y entiende que “el infarto” forma parte de un proceso. Su disposición a “entrenarse” en esta nueva forma de vida es de lo más loable. A la readaptación que tiene por delante la denominamos “Rehabilitación Cardiaca”.  Dejemos que avance en su proceso con el ímpetu con el que ha preparado ligas, copas, europeos y mundiales. En esta recuperación, la actividad física es, no sólo buena, sino necesaria. ANIMO CON ESTE RE-ENTRENAMIENTO, Iker. Ese buen estado general de salud, cuidado, disciplina y grado de entrenamiento previo ayudarán a una recuperación favorable.

Y por último, ni objetivos, ni plazos preestablecidos. El infarto deja una cicatriz en el corazón (miocardio), pero también en el alma. De forma súbita ha visto en peligro muchas esferas de su vida. Mientras los corrillos preguntaban por su futuro deportivo, él tendría las preocupaciones habituales en estas circunstancias: hijos, mujer, padres, lugar de residencia, si le repetirá o no, si tendrá complicaciones, cuáles serán sus secuelas (físicas, emocionales...). La repuesta, por tanto, a si volverá a jugar, no nos la tienen que hacer ni a los médicos, ni a los entrenadores, ni a los preparadores, y menos a los aficionados. Será él mismo quien decida el rumbo que en adelante toma su vida. Esa capacidad de autogestión, autodeterminación, implicación con su salud y con su vida, se traduce en un término muy en boga: “EMPODERAMIENTO”.

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Enhorabuena, Iker, por tus lecciones de deportividad y humildad. 
Pocas condecoraciones deportivas faltan en tu palmarés, nominaciones aparte. Pero más que proponerte nuevamente para un “balón de Oro”, el mayor logro no tiene premio a la altura que mereces, porque nos has mostrado a todos que eres y tienes “UN CORAZÓN DE ORO”. ¡A seguir latiendo!


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