El
pasado fin de semana tuvo lugar el Congreso Nacional de las Enfermermedades
Cardiovasculares. El Grupo de Trabajo de Cardiología del Deporte lideró una
Mesa Redonda en la que se habló sobre Deporte y Enfermedad Coronaria. Os dejo
aquí la nota de prensa que resume el sentir de las actuales coordinadoras de
este Grupo de Trabajo (Araceli Boraita y Amelia Carro).
La
creciente prevalencia de personas con enfermedad coronaria que desean iniciar o
mantener actividad física y/o deportiva, tanto a nivel recreacional como
federativo, requiere una actualización de conocimientos y recomendaciones, tal
y como se ha hecho en una mesa redonda celebrada en el Congreso de las Enfermedades Cardiovasculares 2019, y moderada por
las doctoras Araceli Boraita Pérez, Amelia Carro Hevia. La sesión ha
servido para tratar la enfermedad coronaria con un enfoque deportivo, orientada
a que el cardiólogo clínico pueda abordar la problemática de su diagnostico
precoz en deportistas asintomáticos y a ofrecer consejos prácticos sobre cómo
actuar tras su diagnostico o después de un evento isquémico tanto en
deportistas recreacionales como de competición.
Y es que, como afirma la Dra. Amelia Carro, “aún queda mucho por hacer para mejorar la
prescripción y adherencia de ejercicio en este grupo de pacientes, siendo
absolutamente necesario concienciar de sus beneficios para romper falsos mitos
que aún restringen actividad física tras un evento coronario”.
Examinando a la ergometría
Entre
los temas abordados, se ha puesto el foco en la ergometría o prueba de esfuerzo, para valorar la respuesta del
corazón a un esfuerzo físico. Las pruebas de esfuerzo dentro del mundo del
deporte son consideradas como una pieza clave dentro de la valoración funcional
de los deportistas, y también tienen un papel relevante en el diagnóstico y
valoración de deportistas con cardiopatías. “Esto
ha llevado a la falsa creencia en
los deportistas, técnicos deportivos, entrenadores y profesores de educación
física de que una prueba de esfuerzo puede en sí misma evitar un accidente
cardiovascular y disminuir el riesgo de tener una muerte súbita”, advierte
la Dra. Boraita. En realidad, “más que
falsas concepciones, hay un desconocimiento de los motivos de su indicación”,
considera la Dra. Carro Hevia.
En
general, la prueba de esfuerzo tiene una
sensibilidad baja en el diagnóstico de cardiopatía coronaria en deportistas muy
entrenados y deportistas jóvenes de competición, especialmente si no son
máximas, el protocolo utilizado no es el adecuado o el ergómetro no reproduce
el gesto deportivo. Por eso, está surgiendo una corriente dentro de los
cardiólogos que hacen reconocimientos deportivos de no hacer pruebas de
esfuerzo en esta población. “Ambas
actitudes, totalmente contrapuestas (considerarla una prueba fundamental o
darle solo un valor marginal) son erróneas”, a juicio de la Dra. Araceli
Boraita.
A
grandes rasgos, la prueba de esfuerzo se puede utilizar con fines “diagnósticos”, en aquellos casos
en los que hay sospecha de una patología, como la enfermedad coronaria. Pero,
como matiza la Dra. Carro Hevia, “sin una
sospecha fundada, esto es, sin unos factores de riesgo o síntomas que lo
justifiquen (a esto lo denominamos “probabilidad pre-test”), la utilidad de la
prueba es ínfima”.
Y, por
otro lado, la prueba de esfuerzo puede emplearse con fines “pronósticos”, cuando ya existe un diagnóstico establecido
(enfermedad coronaria, insuficiencia cardiaca, cardiopatía congénita, por
ejemplo) y se quiere asesorar sobre el nivel de actividad física a realizar.
Para ello, se valora la capacidad de ejercicio, la respuesta de parámetros como
la frecuencia cardiaca, tensión arterial, y la presencia o no de complicaciones
(síntomas, arritmias, por ejemplo). “Eso
nos sirve para marcar el inicio-progresión de su actividad, o bien para
conceder o no una aptitud (ya sea una licencia federativa en deportistas, como
valoraciones para una incorporación laboral, licencia de conducción,
profesiones de riesgo)”, detalla la especialista en cardiología del
deporte.
Igualmente,
se debe tener en cuenta que esta prueba es una valoración “artificial” de lo que pueda realizarse en otro medio, y
que las respuestas pueden mostrar variaciones según condiciones ambientales
(temperatura, humedad, altitud), hidratación, intercurrencias (anemia). Por lo
tanto, aclara la comoderadora de esta sesión, “el individuo que realiza una prueba de esfuerzo no debe quedarse con
los valores de frecuencia cardiaca como un umbral único, sino como una cifra
relativa cuya importancia siempre estará por debajo de la aparición de
síntomas, por ejemplo, que siempre deberían de alertar a detener el ejercicio”.
Diagnóstico
precoz de CI
Lo que
parece claro actualmente es que, como resume la Dra. Carro Hevia, “la
prueba de esfuerzo no es la idónea para detección de cardiopatía isquémica
en el deportista, como norma general; su rentabilidad, a priori, no es muy
alta”. En cambio, recomienda que “si
existe duda sobre enfermedad coronaria, podemos considerar la utilidad de
pruebas de imagen; también tienen limitaciones (por ejemplo, los valores de
calcio coronario en deportistas veteranos son de significado incierto), pero
son una buena herramienta en la que apoyarnos”.
Actualmente
se dispone de técnicas de imagen que pueden ayudar al diagnóstico en
deportistas con pruebas de esfuerzo dudosas o en deportistas sintomáticos con
ergometrías negativas, como son los estudios de perfusión miocárdica, el eco de
esfuerzo, la resonancia de estrés o el angioTAC coronario. Por otro lado, están
surgiendo trabajos en deportistas aficionados, altamente entrenados y sin
factores de riesgo coronario, que demuestran la presencia de lesiones
ateroescleróticas significativas con score calcio elevado. Estas lesiones
parecen tener una evolución distinta que en los pacientes con cardiopatía
isquémica crónica.
En
general, sobre el diagnóstico precoz de la cardiopatía isquémica en
deportistas, la Dra. Araceli Boraita se muestra “convencida que, si se indaga en el deportista sobre los síntomas y
signos de alarma de cardiopatía coronaria, se realizan y valoran las
ergometrías de manera específica con un enfoque cardiológico deportivo, es posible llegar al diagnóstico de cardiopatía
isquémica en un porcentaje no desdeñable de los casos”.
¿Dónde están los límites?
En la
mesa redonda también se han tratado de fijar los límites en el caso de
pacientes que desean retomar la práctica deportiva tras un evento isquémico
coronario. En palabras de la Dra. Boraita, “la
aptitud deportiva tras un evento isquémico coronario va a depender de cómo ha
quedado el ventrículo, la presencia y cuantía de isquemia residual, la
situación del resto del árbol coronario, si ha habido intervencionismo
coronario del tipo del mismo y, por último, el nivel e intensidad de la
practica deportiva”. En estos casos, como lo sintetiza la Dra. Carro, “la
frontera es muy dependiente del paciente y sus objetivos”.
Generalmente,
un deportista que desea retomar el deporte no pregunta “si podrá incorporarse”, sino que pregunta “cuándo”. Con ese punto de partida, se debe considerar la
disciplina, nivel, objetivos, riesgos, y hasta dónde está dispuesto a
asumirlos. Por eso, se aconseja crear un
vínculo con el deportista y hacerle conocedor de su proceso para que pueda
ir haciendo cambios en su vida. “Lo
imprescindible es no hacer una interrupción completa de la actividad y abordar
el estrés (al estrés propio de la enfermedad se une el ligado al deporte y su
entorno)”, afirma la cardióloga deportiva.
El ejemplo de Iker Casillas
En
este contexto, resulta especialmente valiosa la lección que deja la enfermedad
cardiaca diagnosticada en el portero de fútbol Iker Casillas. Para la Dra. Boraita, “la gran lección de este caso es que el deportista de alto nivel o
profesional, aunque es el paradigma de la salud, no está libre de la enfermedad coronaria. Nos plantea la duda si se
están haciendo bien los reconocimientos pretemporada en esta población tan
especial. Además, sirve para recordar que a partir de los 35 años los
accidentes coronarios son la principal morbilidad en los deportistas (tanto
recreacionales, aficionados como profesionales); por lo tanto, “debemos estar
alerta para hacer un diagnostico precoz”.
La
Dra. Amelia Carro Hevia enumera, incluso, los ejemplos a seguir que nos ha ofrecido este caso (entrada previa en este blog):
a)
ante la presencia de síntomas, ha sabido parar (la mejor prevención es la
prudencia de escuchar al cuerpo)
b)
ante la presencia de un diagnóstico, ha seguido recomendaciones de sus médicos
(adherencia)
c)
desarrollo del proceso: los cambios, en cualquier situación en genera y, en
particular, cuando tratamos de enfermedades, llevan tiempo. “Es posible que su
deportividad y la constancia y disciplina que siempre ha mantenido para
desarrollar sus logros deportivos le ayuden en este camino; no sé si lo
volveremos a ver bajo los palos, es una decisión que también tiene mucho de
personal, pero nos ha dejado una gran lección de deportividad”.