Se habla mucho de las pruebas de COVID-19 y de la COVID-persistente. Parece que se asocia:
1.-Prueba negativa: me he curado; ya puedo salir, trabajar, entrenar y competir
2.-Síntomas: tengo COVID-persistente
Se olvida, sin embargo:
a) el periodo de CONVALECENCIA (periodo más o menos largo, tras una infección viral, en el que aún nos estamos recuperando del daño que nos ha peoducido el virus; no estamos al 100%, con posibilidad de síntomas de muchos tipos). Estos síntomas pueden ser reversibles
b) COMPLICACIONES: determinadas infecciones virales producen alteraciones y ponen en marcha mecanismos capaces de producir complicaciones, incluso dejar secuelas, una vez pasada la infección aguda. Los test virales resultan negativos, pero NO puede hablarse de COVID-persistente. Hay complicaciones en muchos órganos. En concreto, a nivel cardiovascular, es muy importante conocerlos y descartarlos:
-Porque pueden tener consecuencias dramáticas, desde infartos hasta muerte súbita
-Porque pueden beneficiarse de tratamientos que mitiguen los síntomas, reduzcan su magnitud, incluso permitan su resolución.
Por todo lo anterior, es muy importante que, ante presencia de síntomas más allá de los CATORCE DÍAS tras inicio de síntomas, o tras negativización de pruebas (en los casos que hayan cursado asintomáticos), deben ser minuciosamente evaluados presencialmente, con realización mínima de un ELECTROCARDIOGRAMA y una ANALÍTICA.
El segundo escalón de pruebas puede incluir un ECOCARDIOGRAMA o una prueba de MONITORIZACIÓN PROLONGADA para valorar presencia de riesgo arrítmico.
UN TEST DE COVID-19 NEGATIVO NO GARANTIZA TU SALUD CARDIOVASCULAR
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