A lo largo de mi experiencia he tratado con muchos tipos de personas y he podido disfrutar de la enorme variedad de inquietudes, experiencias, historias y vivencias que generosamente han compartido conmigo. En lo que a la salud se refiere, me llama mucho la atención que, mientras algunos no la toman en consideración en absoluto, otros le otorgan un papel preponderante, en ocasiones excesivo. Y digo excesivo porque, cuando se invierte en un esfuerzo desmedido/no orientado preocupándose por la salud, se suman distractores en forma de miedos, pensamientos traicioneros y búsqueda de información que puede distorsionar la realidad. Llegan con ideas muy elaboradas, cierta idealización y convencimientos no siempre en consonancia con el funcionamiento normal/anormal del ser humano. Una interpretación que, lejos de contribuir a mejorar su situación de bienestar, supone un obstáculo para ayudarles.
Vamos al ejemplo fácil; convirtámonos por un momento en pintores, paleta y pincel en mano, preparados para dibujar la salud que queremos tener. ¿Ya tenéis el arco iris en vuestra cabeza? Pongámonos a organizar la gama de colores. Os pregunto, ¿cuál es vuestro color favorito?
Las respuestas que esperamos son predecibles: unos dirán rojo, otros verde, algunos amarillo o azul, quizá rosa, naranja o negro. Pero, ¿no os extrañaría recibir respuestas como: caoba brillante, blanco roto o rosa mosqueta? ¿En qué cerebro humano hay una predilección natural por el azul cian o el gris vigoré? Ni qué decir si escuchamos algunas de las consideradas tendencias cromáticas de este año, como el negro gótico o el amarillo «buttercream».
Pues esto es lo que nos está pasando con la salud. Los cuidados básicos (como paralelismo con los colores básicos) deberían centrarse en alimentación, respiración, descanso, ejercicio, pensamiento positivo, que son los pilares de la salud. Ello previene el desarrollo de factores de riesgo de enfermedades, también de amplio conocimiento popular: tensión, azúcar, colesterol, tabaco, estrés, obesidad o sedentarismo. Otros datos que pueden preocuparnos incluyen la higiene, la herencia (o lo que nos parece que nos afecta de forma familiar), virus y microbios. Pero el acceso a información y la amplia disponibilidad de fuentes de consulta, manejadas de forma indiscriminada y sin contraste, hace que las respuestas de la población en estos tiempos sean mucho más elaboradas.
Hay personas que entran en la consulta preocupados por la longitud de sus telómeros, resultados antigénicos, o por las variables físicas que ha detectado clgún tipo de wearable. Otros han leído sobre ciertos tratamientos que posiblemente en ellos funcionen demandando su prescripción, o bien alertados por lo que les ha instruido algún vecino o se han formado en las universidades de barrio sobre nuevos síntomas que claramente ellos presentan. Escasa atención a sensaciones del cuerpo, a la presencia de dolor, fiebre, cansancio, o interpretaciones erróneas de las mismas. Es muy complicado aprender con ciertos condicionamientos y prejuicios. Mejor partir de la base, coger la paleta de colores y un lienzo en blanco. A partir de ahí, podemos ayudarte a pintar tu realidad.
Si quieres conocer más a fondo «lo que pintas en tu salud», es importante que conozcas los determinantes básicos que nos hacen enfermar y que puedes cambiar. Aquí os dejo un esquema (pincha sobre la imagen):
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