La restauración progresiva de las condiciones para una «nueva normalidad» puede aprovecharse como una oportunidad para redirigir nuestros hábitos y obtener mejorías del estado de salud que reduzcan nuestra situación de vulnerabilidad ante una eventual infección. Aplanar la curva de contagios nos da una prórroga para poner a punto nuestro organismo. Sin duda, la clave para combatir las condiciones que imponen mayor vulnerabilidad frente al coronavirus es «mantenerse activo», es decir, «moverse».
La actividad física es el antídoto principal
frente a sobrepeso/obesidad y sus consecuencias metabólicas (resistencia
insulínica, disfunción endotelial, inflamación, alteración de la coagulación)
que, en última instancia, se manifiestan en las enfermedades crónicas que se
han vinculado más estrechamente a riesgo de hospitalización, necesidad de UCI, ventilación y
mortalidad por la COVID-19 (hipertensión, diabetes, dislipemia, enfermedad
cardiovascular, estados alterados inflamatorio-inmunológicos, cáncer).
Por ello, el hecho de que las primeras concesiones de desescalada pasen por otorgar un rol prioritario a la actividad física debe ser asumido con positividad, a la vez que responsabilidad y prudencia. Se pactan franjas horarias y grupos etarios, pero...
¿«cómo y cuánto moverse»?
Existen muchos determinantes que condicionan el inicio o reanudación de la actividad física. Según la estratificación de riesgo que establecemos en el Instituto Corvilud, consideramos tres grandes grupos. Cada uno de ellos presenta diferentes condiciones de salud y forma física, así como de capacidades y objetivos a la hora de "poner al cuerpo en movimiento". Mientras unos irán encaminados a una actividad rehabilitadora (REH-), otros buscarán mantenerse activos (-ACTIV-) cumplir marcas para competición (-ACCIÓN).
Aquí dejamos una estructura general para que inicies tu carrera de forma sensata (preparados, listos, ya). Recuerta que el YA implica una reevaluación continua de cada punto, cada vez que te calces las zapatillas, te pongas el casco, o enceres la tabla de surf. Es un proceso continuo que te permitirá ir avanzando en tus logros.
Comprobar periódicamente los resultados e impacto sobre la salud son un buen aliciente para persistir en el hábito. Puede llevarse un registro de cifras (tensión, peso, azúcar, tiempos), incluso compartirlas con entrenador/terapeuta gracias a diversas aplicaciones móviles. El éxito de un plan de entrenamiento depende de su cumplimiento.
Una vez incluido «el movimiento» en nuestro estilo de vida, seremos capaces de mejorar el control de múltiples variables de salud, reducir la exposición a complicaciones y gozar de una situación de bienestar físico, psíquico y emocional. Muchos podrían reducir e incluso eliminar factores de riesgo que complican la infección por la COVID-19; sin duda....
"el movimiento es la mejor vacuna"
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