«Fui colocado a media distancia entre la miseria y el sol»
Albert Camus nació en 1913, en un lugar, momento y situación complicada, más cerca de la miseria que de la riqueza. Sin embargo, cultivó el discernimiento de la felicidad y del amor. Y lo hizo con tal maestría y vehemencia que en 1957 fue galardonado con el premio Nobel de Literatura. En el momento de recibir la noticia, Camus reconoció haber recordado a su madre, que también estaba detras de muchas de las frases expresadas en el discurso de recepción del premio.
Las madres tienen la capacidad de motivarnos, de sacar de nosotros la mejor versión de nosotros mismos. Eso no quiere decir que nos lo den todo hecho ni que satisfagan todos nuestros deseos. Pero sí a guiar nuestro sendero, a través de inculcarnos valores y, sobre todo, ser un ejemplo sincero y cargado de amor.
Esta semana dedicaremos la sección de «moti_libros» a conocer un poquito más a fondo a Albert Camus como homenaje a todas las madres que respaldan las vidas de cada uno de nosotros. «Camus. Entre justicia y madre» (José Lenzini y Laurent Gnoni). Se trata de una novela biográfica en la que miraremos desde la perspectiva del espacio y el tiempo cómo un hombre fue capaz de alcanzar su realización a través del cultivo interior, no por lo que dependiera de fuera, de lo que amenazara o de las eventuales injusticias que le rodearan.
Ojalá leamos la miseria como él, que reconoce que le enseñó que no todo está bien, bajo el sol, en la historia. También el sol le enseñó que la historia no lo es todo, que existe una vitalidad interna que tenemos la responsabilidad de ejercitar para cambiarla. La combinación de miseria y de sol debe hacerse desde la alegría y el entusiasmo (no la queja, el juicio y la crítica), que nos conducirán al amor.
GRACIAS A LAS MADRES, que han combinado la miseria y el sol para entregarnos desinteresadamente todo su AMOR.
Os dejo algunas frases del discurso de Camus en su recepción del premio Nobel de Literatura.
«Cada generación se cree destinada a rehacer el mundo. La mía sabeque no podrá hacerlo. Pero su tarea es quizás mayor. Consiste en impedir que el mundo se deshaga. Heredera de una historia corrompida —en la que se mezclan las revoluciones fracasadas, las técnicas enloquecidas, los dioses muertos, y las ideologías extenuadas; en la que poderes mediocres, que pueden hoy destruirlo todo, no saben convencer; en la que la inteligencia se humilla hasta ponerse al servicio del odio y de la opresión—, esa generación ha debido, en si misma y a su alrededor, restaurar, partiendo de amargas inquietudes, un poco de lo que constituye la dignidad de vivir y de morir».
«¿Qué escritor osaría, en conciencia, proclamarse orgulloso apóstol de virtud? En cuanto a mi, necesito decir una vez más que no soy nada de eso. Jamás he podido renunciar a la luz, a la dicha de ser, a la vida libre en que he crecido. Pero aunque esa nostalgia explique muchos de mis errores y de mis faltas, indudablemente ella me ha ayudado a comprender mejor mi oficio y también a mantenerme, decididamente, al lado de todos esos hombres silenciosos, que no soportan en el mundo la vida que les toca vivir más que por el recuerdo de breves y libres momentos de felicidad, y por la esperanza de volverlos a vivir».
Excelente reflexión
ResponderEliminarMuchas gracias. Me alegra saber que te hace sentir un poco de lo que me mueve. Un abrazo
Eliminar