Una gran parte de la población ha pasado a tener estilos de vida
excesivamente sedentarios en los que, al reducir su actividad física,
progresivamente disminuye su tolerancia al esfuerzo (“es que al andar me fatigo”;
“no puedo hacer ejercicio porque doy dos pasos y me agoto”) y entra en una
peligrosa espiral de acontecimientos que incluyen: acúmulo de grasa excesiva y
desproporcionada (especialmente en el abdomen), osteopenia (“huesos frágiles”),
sarcopenia (las fibras musculares son escasas, débiles y se mueren de forma
acelerada), subidas de tensión, mal control del azúcar, la adrenalina y
noradrenalina se disparan en cualquier instante por estrés.
Este gráfico representa los principales "agresores" del sistema cardiovascular (corazón y vasos sanguíneos).
Como ves, todos son "modificables" si cambias tus hábitos
Además, el músculo,
que normalmente metaboliza más grasas que azúcares, en estos sujetos da
prioridad al consumo de azúcares sobre el de grasa ante cualquier esfuerzo debido
a que cada movimiento supera un mínimo de porcentaje de su capacidad física, es
decir, lo que antes era esfuerzo leve ahora se ha convertido en moderado o
intenso.
Este desorden metabólico-neurógeno hace que el corazón tenga que adaptarse a
esta situación para asegurar el suministro de oxígeno, sustratos y hormonas a
los músculos que requieren conversión o producción de energía a través de la
sangre. Al mismo tiempo, debe transportar los desechos de la combustión y
disipar el calor que esta genera. Esto supone una sobrecarga de trabajo que se
ve agravada porque, además de la función circulatoria, el corazón se siente agredido como
músculo que es. Es decir, sufre las consecuencias que hemos explicado acerca de
tensión, grasa, azúcares, hormonas, etc.
De todo este barullo surge que, si no
es capaz de adaptarse a su propia circulación se desencadenan consecuencias
catastróficas como infartos, arritmias, o “fallos” del corazón.
Y todo esto…¡por volvernos sedentarios!
No sigo escribiendo porque espero que ya te estés calzando las zapatillas, enfundando
el bañador o llamando a algún colega con el que jugar un partido de fútbol,
baloncesto o tenis, salir en bici o ir al gimnasio. Te remito a la primera frase, todo esto, es "por volvernos sedentarios".
Para revertir esto, las pastillas NO son necesarias, ni siquiera son útiles (no pueden sustituir la función del ejercicio). Adáptate a la "pirámide de actividad física".
Para revertir esto, las pastillas NO son necesarias, ni siquiera son útiles (no pueden sustituir la función del ejercicio). Adáptate a la "pirámide de actividad física".
¡MUÉVETE POR TU SALUD!
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