La realidad que percibimos es una realidad fragmentada. Escucho y leo las versiones, los fragmentos, las posturas de cada uno. Todos ellos tienen razón, pero ninguno tiene conocimiento completo de la verdad. Si juntáramos cada una de sus verdades parciales nos acercaríamos más a la realidad.
Es posible equivocarse y tener razón al mismo tiempo.
Porque cada uno muestra una perspectiva limitada de la verdad objetiva. Nadie posee la verdad absoluta. Se necesita humildad para reconocerlo. A veces, se discute desde el egoismo, en la total ignorancia de lo que el otro quiere decir.
Trabajar en equipo y aportar los diferentes puntos de vista para sumar y no para dividir proporciona mejores resultados.
Además, no es lo mismo «saber», que tener la «sensación de que se sabe» (certeza). Opciones de certeza exigen pruebas. En ocasiones, no queremos esas pruebas, no necesitamos certezas porque tenemos confianza. Es la postura que aborda la realidad desde la fe. Cada cual pone la fe en algo distinto: una tendencia de moda, una religión, un personaje público o un estilo de vida/deporte/alimentación. Hay que saber escuchar si alguien defiende su postura desde el conocimiento (certezas, pruebas) o desde la fe. Los primeros, pueden querer discutir argumentos y ampliar conocimientos. Los segundos, no los necesitan. Evitemos «agredir» con razonamientos a quien ejerce su derecho a confiar. Sin discusiones estériles. La fe es una herramienta del ser humano para avanzar en su crecimiento personal. Nada que ver, por supuesto, con el fanatismo, en el que no entraremos en esta publicación.
El respeto al «creer» de cada uno permitirá «crear» un ambiente solidario en el que sepamos convivir desde el respeto. «Sin duda», «saber es sensacional» (una simple sensación). ¿No crees?
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