Tras meses de pandemia y restricciones, vamos retomando actividades que echábamos de menos y que estamos muy emocionados por disfrutar. Entre ellas, es la reanudación de competiciones, la ilusión por mejorar marcas, el orgullo de conseguir resultados, etc.
Sin embargo, la necesidad de descartar infección activa (mediante pruebas como PCR o test de antígeno, y las limitaciones que pueden tener-no entraremos en detalle en este apartado) ha ensombrecido la importancia de una curación total del proceso, en aquellos que han pasado la enfermedad. Sabemos que este virus, como muchos otros, desencadena una cascada inflamatoria que activa mecanismos capaces de enfrentar al virus, a costa de cargarse, de paso, unas cuantas de nuestras propias células y tejidos. Es decir, la inflamación nos daña. Deja heridas en muchos órganos que, como toda herida, tiene que ir curando.
El proceso de curación y cicatrización inflamatorio dura, por término medio, 21 días. En este tiempo no sería recomendado reanudar actividades que supongan un estrés físico, entre ellas, los entrenamientos. Existe riesgo de agravar/recaer en la inflamación y perpetuar el daño. De hecho, muchos de los considerados COVID-persistente son, en realidad, procesos que aún no han curado.
Es importante descartar daño en órganos vitales como el corazón. Para ello, no basta con una prueba viral negativa. ¡Hay que valorar el corazón!
1.-Una valoración clínica y exploración física (sí, explorar con el fonendo, no basta una llamada de teléfono) son de gran valor.
2.-El electrocardiograma en reposo nos ayuda a ver alteraciones que nos indiquen posibilidad de daño.
3.-Una analítica completa: que además de un hemograma, incluya una serie de parámetros bioquímicos que nos permitan valorar índicadores sobre el metabolismo (homeostasis de la glucosa, lipidograma), ferrocinética, ejes endocrinos, función hepática, renal, inflamación (entre otros, reactantes de fase aguda), marcadores de daño miocárdico, parámetros de coagulación, índices nutricionales, etc.
Según el resultado de los pasos anteriores, el médico considerará la realización de otras pruebas, entre las que pueden estar:
4.-Ecocardiograma: nos permite evaluar la contracción/relajación del corazón, el funcionamiento de las válvulas, el estado de la aorta y vasos pulmonares y/o la presencia de complicaciones, como derrame pericárdico (líquido acumulado alrededor del corazón).
5.-Monitorización ambulatoria continua: para valorar riesgo de arritmias que, en ocasiones, son el motivo de presentación de una muerte súbita.
Esta monitorización NO es una medición y cuantificación de pulsaciones, por lo que NO es válido un registro de actividad mediante pulseras o wearable. Se necesitan métodos y dispositivos validados y acreditados. En una entrada anterior os hemos explicado acerca de este tema. Una de las opciones es la monitorización a través de dispositivos IDOVEN.
6.-Otras: cardiorresonancia, inducción de estrés, estudio electrofisiológico, estudio hemodinámico.
Por lo general, la reincorporación sigue unas pautas temporales:
a) Casos leves sin complicaciones: pueden reincorporarse entre 15 días-3 semanas tras resolución completa.
b) Casos con complicaciones: mínimo de 3 meses de abstención absoluta de actividad física. Tras ese plazo, es necesario reevaluar nuevamente desde el inicio (puntos 1, 2, como mínimo, y los que sean necesarios según el tipo de complicación que se haya dado)
Queremos animar a todos los deportistas que se están reincorporando y retomando poco a poco su ritmo habitual, pero también aconsejamos que se haga de forma prudente, sin arriesgar la salud y siguiendo las recomendaciones de profesionales.
¡Mucha suerte!
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