En algún lugar, alguien me recuerda, sueño que se hará verdad,
me recibirá con gran bienvenida,
finalmente sin llorar,
solo sueño con volar
en un viaje.
(William Shakespeare; «Noche de Reyes»)
La Noche de Reyes es una fecha llena de misterio, ilusión y encanto. La tradición nos habla de unos magos que viajaban desde el lejano oriente guiados por una estrella con la intención de conocer al rey de los judíos y honrarle con regalos. Esta fiesta de la «epifanía» conmemoraba esta adoración de los Reyes Magos que se ha mantenido vigente generación tras generación.
La «epifanía» también significa revelación, manifestación o aparición. Un concepto muy acorde a una obra de teatro en cinco actos que William Shakespeare compuso bajo el título «The twelfth night»: el cinco de enero es la duodécima noche después de Nochebuena. El nombre sólo marca la fecha en la que pretendía estrenarse (los datos disponibles muestran su primera representación pudo ser algo posterior, en torno al 2 de febrero de 1602, y se mantuvo en diferentes escenarios y adaptaciones hasta principios del siglo XVIII). En ella no encontraremos ningún mago, pastores, aguinaldo o portal de Belén. Sin embargo, es posible darle un giro al argumento para que nos manifieste aspectos de la realidad que vivimos. Que la reinterpretación individual permita una revelación mágica capaz de hechizarnos como adultos y dejar brotar al niño que llevamos dentro. Una honra a modo de auto- epifanía.
Esta obra es una comedia en cinco actos que nutre de jocosidad y sarcasmo las facetas y situaciones personales más dramáticas. El punto de partida es un naufragio en las costas de la región de Iliria. Los mellizos Viola y Sebastián buscan su forma de supervivencia, cada uno por su lado, convencidos de que el otro ha muerto. Viola trama con el capitán del barco la forma de llegar a la corte y manipular al conde Orsino. Aunque hay hasta 18 personajes, el nudo argumental principal pasa por las aventuras de Cesario (Viola travestida), Sebastián, el conde Orsino, Lady Olivia y Malvolio. Un intrincado de identidades y enigmas de los que sólo una persona es consciente: Feste, el bufón. Diferencias de clases, la pérdida de un ser querido, la soledad del náufrago que ha de rehacer su vida, las disputas políticas y hasta los dramas amorosos enturbian y desordenan cualquier plan o previsión. Las armas para combatirlo son el ingenio, la picardía, la capacidad de reinventarse y la recuperación de la improvisación. Pero, sobre todo, es el reencuentro con uno mismo y el descubrimiento del propósito vital (guiado por el amor) el que, debajo de las máscaras o disfraces, sirve de timón para no perder el equilibrio.
Una obra que nos ilumina para volver a creer en la luz de la estrella y navegar hacia el horizonte de nuestros sueños (sin naufragios, o superándolos). El amor es la clave de la esperanza, y Shakespeare lo repite en cada una de sus obras. Déjate guiar por el corazón para no quedar varado en alguna cuneta de la vida.
Feliz Noche de Reyes
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