lunes, 17 de abril de 2023

«Silencio, se rueda»

Silencio, se rueda. 

O más que rodar, se camina. 

Descalza. Sin punteras. 

Pero el silencio no nace de los pasos desnudos sino de saber construir un espacio interior en el que el diálogo queda libre de ruido. Esta es la atmósfera envuelve al lector/a desde la primera hasta la última página del libro «Caminar sin punteras» (Editorial Vergara, 2023), la más reciente publicación de Almudena Cid (Vitoria, 1980). 

Las 285 páginas de esta obra están organizadas en siete bloques que van introduciendo diferentes herramientas de apoyo para «avanzar con equilibrio ante los giros de la vida», como reza el subtítulo de la misma. Almudena comparte de forma creativa, elegante y generosa el aprendizaje que la gimnasia y sus diferentes elementos han supuesto a lo largo de su carrera deportiva. Y que, lejos de quedar enterrados tras la final olímpica de Pekín 2008 - momento de su retirada como gimnasta - han continuado vinculados, en cierto modo, al modo de afrontar la vida fuera del tapiz. Sin las punteras que protegían sus pies. 

El/la lector/a se identificará con la universalidad de las emociones que la autora transita en su sendero vital. Constante, sin pausa, en un movimiento incesante que evita caer en inercia de permanecer quieto. O de avanzar sin sentido. Cada uno de los cinco aparatos (cinta, cuerda, mazas, pelota y aro) acompaña el ejercicio de atravesar situaciones diversas en una interesante alegoría de la vida. 

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Además de los aparatos, «Caminar sin punteras» combina en sus páginas otras herramientas necesarias para la práctica de la gimnasia: 

🍀 el suelo (tapiz) donde se realizan los ejercicios y que da pie (y nunca mejor dicho) al prólogo («Por los suelos»). 

🍀 el maillot, el «uniforme» con el que desarrollar el trabajo y que, aunque sometido a unas normas establecidas, es parte de la identidad que caracteriza y  diferencia, no solo a unas gimnastas de otras, sino también los ejercicios que una misma gimnasta interpreta. Alcanzar el equilibrio entre las normas generales, el patrón individual, y la evolución personal, es un proceso que el libro narra metaforizando experiencias vitales que podrían ser las de cualquier lector/a. 

🍀 las punteras, grandes protagonistas de este libro, ponen broche al último capítulo. Apenas cubren un tercio del pie y, sin embargo, pueden suponer el detonante de pisar con firmeza la realidad, o que esta nos pise. Hay que saber cuándo es el momento adecuado de empezar a caminar sin ayuda. No vale seguir llevando punteras invisibles o caminar de puntillas. Sin un contacto completo con la superficie nos arriesgamos a resbalar. A volver a caer y toparnos, una vez más, con el suelo. 

De este modo, el final (la lección de cómo retirarse las punteras para no resbalar de nuevo) enlaza con el principio («Por los suelos») y permite cerrar el libro con la sensación (e intención) de giro infinito y movimiento perpetuo.

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En esta colección de instrumentos y parábolas entre la gimnasia rítmica y la vida, hay una que no se narra pero que puede leerse de forma implícita: la música. Más de cincuenta temas integran el repertorio que acompañó el ritmo de ejercicios de Almudena en competiciones, exhibiciones y galas. Con cada una de ellas, comunicaba un mensaje, regalaba una historia, interpretaba y creaba guiones que se transformaron en leyendas. Desde el «Concierto de Aranjuez» (manos libres, categoría infantil 1993) hasta el «Nessum Dorma» de Turandot (interpretación de Vanessa Mae), las notas marcaban el compás de cada giro, salto, equilibrio, rodamiento. Lograban hacer brotar la emoción y empatizar con la audiencia. 

La música del libro vuelve a conseguir empatizar con la audiencia, en este caso, l@s lector@s. La banda sonora de este libro y del sendero que con él se transita es el silencio interior. Ha sabido escuchar al cuerpo y escucharse. Almudena nos enseña a bajar el volumen de los juicios, rumores, opiniones. Es posible acallar incluso las miradas, los titulares, las cámaras que siguen y persiguen interferir en el proceso de limpiar el ruido de las explosiones de la vida. Es entonces, en este silencio, donde se alcanza el equilibrio en el que las heridas y cicatrices se vuelven nuevos elementos y herramientas para que el movimiento no cese. Es como esa bailarina que se guarda a modo de tesoro en una cajita en la que la música está en el interior, y a la que hay que dar cuerda para que no deje de girar. 

«Caminar sin punteras» muestra el trayecto por el que una persona rota y «desencajada» llega a una situación equilibrada y armoniosa donde que todo «encaja».


VÍDEO RESEÑA

Fotografía: Tino Morán 

Diseño de cubierta: armoniosa dond: Roberta Tacchin



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