En nuestro día a día, vamos acumulando emociones y sentimientos que responden, no tanto a la realidad, sino a su interpretación. El impacto que nos deja el paso del tiempo, el contraste de lugares, el encuentro con los demás. Un equipaje que cargamos a la espalda. Perfectamente embalado y adherido a nuestra persona. Se vuelve indistinguible lo que somos y lo que (nos) añadimos. Una ignorancia que, a veces, duele.
Lo he dicho a propósito: «emociones embaladas». «Balas» que pueden llegar a herir. Que no nos atrevemos a llorar. Cicatrizan, se endurecen, nos atrapan. Avanzamos cohibidos por las marcas de nuestras propias heridas. Corazas que, lejos de protegernos, nos aislan. Víctimas de una realidad que no logramos asumir.
En su libro «Balas sin coraza» (Círculo Rojo, 2021), María Monroy hace un impresionante ejercicio de sinceridad. La conocemos por ser una profesional de la interpretación. En las páginas de esta obra, la actriz decide abandonar sus personajes. Deja de asumir guiones redactados por otros para escribir su propia historia. No la que se vierte hacia fuera, sino la que transita por dentro.
Es posible que el lector empatice con alguno de los poemas. Quizá los haya que le resulten curiosos o bien extraños. Pero pronto descubrirá que no se deben embalar las emociones. Tampoco disparar contra nadie la rabia o la culpa. El papel se convierte en diana y el bolígrafo es el gatillo que apretar para liberar el alma.
Escribir permite hacer consciente lo inconsciente. Puede que, a mitad del libro, sea el propio lector quien se atreva a cambiar los cartuchos: de pólvora explosiva a tinta sanadora.
Un libro que invita a sangrar sobre páginas lo que, de otro modo, nos heriría.
Que la mayor coraza que podamos encontrar en nosotros adopte el nombre de
«gran coraza» o «corazón».
Porque las balas que el corazón protege, son nuestra munición de amor.
Autor: María Monroy
Editorial: Círculo Rojo
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