Aunque los turrones llevan semanas (o meses) ocupando los pasillos de los supermercados, es en diciembre cuando el espíritu de la Navidad cobra su mayor fuerza. Se palpa en el ambiente el anhelo de magia, buenos deseos, felicidad y nuevos propósitos. Sin embargo, podemos acabar presos de la tiranía del comprar, imitar, envidiar o simular que todo es maravilloso cuando, en realidad, no lo sentimos así. Eso no nos enriquece y puede agravar la tristeza de sentirnos diferentes, infelices, incompletos. No hay peor nostalgia que la que añora lo que ni siquiera se tiene.
En este «Calendario de Adviento» (EUNSA. Ediciones Universidad de Navarra. 2019), Mar Dorrio nos proporciona una receta diaria que marida con pautas concretas con las que cocinar la más sabrosa Navidad. Leer este libro no sólo ayuda a PRE-parar sino que invita a RE-parar. «Reparar» es «darse cuenta» de la necesidad del alimento físico diario, pero también emocional y espiritual. Nos hace ver la forma de nutrirnos de forma sana para recibir lo que estas fechas nos deparen. «Reparar» también es «recomponer», «remediar», restablecer los daños, ofensas o agravios que hieren nuestras vidas.
El espítitu navideño que hilvana cada receta es el de una Navidad cristiana. La autora otorga un papel fundamental a los personajes del misterio del Belén y otros motivos religiosos. Pero no pretende dirigirse a un colectivo concreto de lectores creyentes; este libro puede ayudar a quienes no conocen/creen en otra cosa que en las luces, los lazos de los regalos o que practican otras costumbres o tradiciones. Pueden cambiar su acepción del «espíritu navideño» (que no es otro que el «Espíritu Santo») y de otros figurantes de este maravilloso belén, pero aprenderán que la fuerza está dentro de ellos mismos. No hay ningún Sr. Scrooge capaz de sabotear sus sueños. No debe darles vergüenza cantar a Michael Bublé a todas horas o disfrutar de un chocolate caliente con mucha canela. Este recetario brinda pistas para personalizar regalos, cocinar juntos y crear mesas dignas de Hogwarts. Es posible decorar la casa soñando con El Cascanueces, leer otra vez Cuento de Navidad, recuperar las alas tras el sonido de unas campanillas, y volver a enamorarnos. A enamorarnos de esa persona, de nuestra vida, de nuestros seres queridos, de nuestro hogar.
Los lectores paledearán un mensaje universal que se hace viral por el efecto de una estrella con cola de cometa; esa que buscábamos cada noche cuando éramos niños. Esa que sigue apretando el botón de «me gusta» para encender nuestro corazón. Cada Navidad, para unos; a pesar de ella, para otros. ¿De verdad crees que es casualidad que toda la tierra se vista de fiesta en estas fechas?
No seas Grinch y échale un vistazo a las recetas de este libro. Seguro que querrás saborearlas en una verdadera «Feliz Navidad» y repetirlas para conseguir un «próspero año nuevo».
Os dejo un pequeño «menú» para que vayáis abriendo boca con lo que os encontraréis en este libro. Le dedico la reseña a «ella», la protagonista de este 8 de diciembre: la virgen María. La influencer en la que podemos inspirarnos para hacer de cada Navidad una «novedad», un «trending topic» que no muera en la instantaneidad y la prisa. Que nos permita avanzar pese a las dificultades, como las que vivimos de pandemia. Miremos adelante, abracemos la «novedad»; no volvamos a lo que nunca había sido una (vieja) «normalidad».
Día 1: activa el «modo avión». Apaga los prejuicios. ¿Por qué vivir de perfil y no de frente?
Día 2: «minuto cero». Lápiz y papel para dibujar el mapa de tareas. Que cada una tenga un sentido para no tener la impresión de vivir apagando fuegos, sin más.
Día 3: «la intrahistoria». Hay días que todos recuerdan porque se entregan las medallas, pero es la intrahistoria donde se gesta la victoria.
Día 4: «microbrefing». Tengamos diálogos sinceros que nos preparen ante situaciones potencialmente conflictivas. Hay que gestionar presupuestos, labores, opciones. Establezcamos pactos.
Día 5: «Lista de compras». Nos podemos guiar/encomendar a la más genuina «personal shopper», la Virgen María.
Día 6: «el puente de diciembre». No hay mejor momento para que nuestra mejor ingeniera de telecomunicaciones nos ayude a edificar los puentes que nos comunican con seres queridos. Los que están lejos, o aquellos de quienes nos hemos alejado. Olvidemos la soberbia, el orgullo, la vanidad y reedifiquemos sobre ladrillos de perdón y reconciliación. Es el momento de los puentes de las relaciones personales.
Día 7: «Envolver lo delicado». Los regalos van envueltos con cuidado y mimo. Así deben surgir también nuestras palabras y acciones. Debemos aprender a envolverlas de forma que llegue el mensaje, pero sin que nadie se hiera. Que nadie se haga daño.
Día 8: «Día de la Imnaculada». Día de que nuestros actos e intenciones vayan impregnados de una profunda reflexión sobre cómo lo haría ella: cómo miraría, qué diría. Porque ella tiene un «blue style» característico de actitud humilde, de acogida, de aceptación. Es la «influencer» en la que todos podemos mirarnos.
Día 9: «Curarnos de la cenicientitis». Aunque sean tiempos festivos, la vida sigue dándonos lecciones de sufrimiento. Debemos robustecernos frente a las falsas promesas de que el mundo es perfecto y maravilloso. Es necesario hablar del dolor, del esfuerzo, incluso de la muerte. Podemos aprovechar para establecer un «plan solidario». Poner nombre y fecha a esas acciones que nos harán conscientes del sufrimiento como realidad, pero también de la oportunidad de abordarlo, de ayudar.
Día 10: «Felicitar la Navidad». Dediquemos tiempo a hacer una lista de personas y buscar la mejor forma de hacerles llegar nuestra felicitación.
Día 11: «Desayunos». Momento de nutrirnos para el resto del día. Hagamos nuestros propios y merecidos «desayunos con diamantes», pactemos un desayuno fuera de casa y démonos un premio. Oportunidad para repetir a los nuestros nuestros gestos de amor.
Día 12: «Efecto Patronus». Podemos llevar a cabo sencillas acciones diarias que envuelven en una burbuja de protección frente a los dementores, malas compañías, fracasos. Un hechizo que hace fácil lo difícil y que lanza dardos a los enamorados mejor que todos los san Valentines juntos. Bastan 15 minutos de concentración, en la oración, en el rezo del rosario, en la meditación. Cada uno, según sus posibilidades.
Día 13: «Solomillo Wellinghton seco». ¿Y si se nos quema el solomillo? Debemos darnos cuenta de que no pasa absolutamente nada. Depurar las culpas y contagiarnos de sonrisas.
Día 14: «Conocer». Dedicar un día a conocer-le, conocer-nos. Ahondar un día el descubrir qué es lo que trae en estas fechas la ilusión. Es posible que no sea real, que sea un cuento.... ¡pero no ha desilusionado a nadie!
Día 15: «Atrezzo». Dentro de todo «microbriefing» debe haber cabida para un plan y presupuesto dedicado a preparar nuestras mejores galas, peluquería, tacones y pedicura. Incluyamos esto en nuestros planes.
Día 16: «La intimidad conyugal». Dejar un espacio muy cuidadoso para las cuestiones de pareja. Es momento para volver a enamorarnos y crecer en admiración.
Día 17: «El método Marie Kondo». Para acoger la Navidad y sus regalos, debemos de hacer espacio. Si nos deshacemos de lo que tenemos, debemos contemplar los sentimientos que puede remover despojarse de apegos.
Día 18: «Decir a viva voz 'Feliz la Navidad'». Entender qué es lo que estamos diciendo y hacerlo con un verdadero propósito que nazca del corazón.
Día 19: «Abrazos». Son fechas que invitan a abrazarnos. Un abrazo sincero puede pasar por el perdón y reconciliación. Huyamos de esos absurdos ajustes de cuentas y abrámos nuestros brazos a la confesión.
Día 20: «Playlist». La Navidad es el momento de asistir al gran concierto de nuestra vida. Hagamos una lista de villancicos y canciones y cantemos sin vergüenza en cada esquina.
Día 21: «Planificar horarios realistas». Cuando llega el momento de coger vacaciones, establezcamos planes bien organizados y cumplámolos. Es bueno dedicar un tiempo a visitar motivos navideños: un belén, ir a visitar a los pajes o Reyes Magos, etc.
Día 22: «El día de la salud». Los bombos de la lotería nos han vuelto a dejar los bolsillos vacíos. No sólo podemos acordarnos de la salud, sino que puede ser un buen día para rendir tributo a los que ya no están.
Día 23: «Supehéroes». Los superhéroes de estas fechas no llevan capa, sino delantal. Que tengan un día para recibir su homenaje.
Día 24: «Noche de Paz». Es la noche en la que hacemos paréntesis de cualquier guerra. Recordemos que hasta los combatientes de la Primera Guerra Mundial se dieron cuenta de que eran humanos y hermanos en la tregua de Navidad. Las trincheras británica-alemana se lanzaron mensajes de paz entre uno y otro bando. Hagamos lo propio.
Día 25: «Día de Navidad». Momento de recordar «el gran milagro». Ir juntos a misa, entender cada parte de la misma, recibir, acoger.
Día 1 de enero: «Año Nuevo». Los propósitos no deben ser (otra vez) metas cortoplacistas y de riesgo de abandono temprano. Un buen comienzo pasa por intentar hacer lo mismo, pero hacerlo cada día mejor.
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