«Una mujer y dos gatos»

- Bueno, Dorothy, deja de imaginar cosas. Siempre te preocupas por nada. Ayúdanos hoy y encuentra un lugar en donde no te metas en problemas.

- Algún lugar donde no haya problemas. ¿Supones que haya tal lugar, Toto? Debe haber. No es un lugar donde puedas llegar en bote o tren. Es muy, muy lejos... detrás de la luna, más allá de la lluvia, en algún lugar, más allá del arco iris...

El Mago de Oz

Cuando Dorothy comenzó su andadura por el camino de baldosas amarillas, emprendió un sendero de búsqueda. Así comienzan muchos viajes en los que el billete se abona con las propias carencias. La ausencia es el punto de partida con el que Ayanta Barilli inicia su última novela: «Una mujer y dos gatos» (Editorial Planeta, 2021). La autora es la protagonista de su propia historia. Pero el escenario pandémico en que acontece empatiza con el lector, le sume en cada acto de la obra como si fuera un figurante de la misma. La soledad, el silencio, la duda. Un mundo yermo en el que todos nos sentimos igual de huérfanos. ¿Cómo sobrevivir en medio del desierto? Sin duda, a través de la escritura como autoconocimiento. La tinta que pone palabras a sus sentimientos es su mejor arma para transformar temores en valores.  

«De la ausencia a la presencia»

El vacío es un cheque en blanco para crear nuevos caminos. Cada paso (o capítulo) está lleno de «presencia» (presente + esencia). La vida la tambalea tan fuerte que no puede compararse con nadie. No vale imitar o envidiar, sólo actuar. Decisiones valientes en circunstancias casi límites. ¿Las correctas? Las necesarias. Una conversación continua consigo misma, con sus gatos, con su gente. Pero sobre todo, un diálogo con y desde el corazón. Lo moral por encima de lo legal, desde el respeto y con responsabilidad. 

«De lo legal a lo moral»

Eso conlleva circunstancias que van desde lo trágico hasta lo casi jocoso. Tan real como cotidiano. Las situaciones estables o perfectas no existen. Las personas, tampoco. Se critica y maldice sobre el papel como forma de perdón. Una catarsis que le permite observar y analizar el por qué y el para qué de sus actos. Hasta aceptarlos y aceptarse. Ayanta desnuda su alma, comparte su «yo misterioso». Un yo libre sumido en un periplo de aventuras y desventuras que van moldeando el camino hacia sus propósitos. La vida es esto. Una secuencia (y secuela) de experiencias. No hay claves, guiones o atajos. Errores y fracasos nos hacen crecer y brillar. 

«Aventuras y desventuras trazan el camino de la ventura (destino, suerte)»

No hay final en el camino; ni magos, tesoros o coronas, en el palacio de Oz. Tanto Dorothy y Totó, como Ayanta y sus gatos, han descubierto que portaban en sí mismos el valor (del león), la cordura (del espantapájaros) y el amor (del corazón del hombre de hojalata). Vuelven a casa, victoriosos, al lugar donde siempre habitó la verdad. Porque lo necesario estaba en cada paso del camino. 

El viaje más sincero no es el que te «saca de tu zona de comfort» (una huida), sino el que te enseña a volver al «perímetro de tu paz».

«Si caminamos lo suficiente, 

en algún momento llegaremos a algún lugar». 

El Mago de Oz